Juan 6:35-40 (NTV):
«Yo soy el pan de vida… el que viene a mí nunca tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed… Los que el Padre me ha dado vendrán a mí y jamás los rechazaré… y los resucitaré en el día final.»
Jesús sacia lo que nadie más puede
Como la mujer que padecía por años, llegamos vacíos y agotados. Jesús no ofrece un parche; ofrece vida que alimenta el alma y calma la sed más profunda.
Todos son bienvenidos a acercarse
La invitación es abierta: “jamás los rechazaré”. Tu historia, vergüenza o cansancio no te descalifican; Él te recibe tal como estás para empezar de nuevo.
Somos suyos y estamos seguros
El Padre nos entregó a Jesús y su voluntad es no perder a ninguno. Su cruz nos reclama como suyos: en sus manos hay perdón, propósito y resurrección asegurada.
Fe práctica que se acerca y toca
Como aquella mujer tocó el manto, hoy podemos “tocar” a Jesús con fe: venir en oración, abrir la Biblia, pedir ayuda. No es magia; es confianza en quien puede sanarnos.
Vida eterna que empieza hoy
La promesa no es solo para el futuro; hoy mismo su paz sostiene, su presencia acompaña y su gracia transforma decisiones, relaciones y heridas.
No te quedes en la multitud observando: acércate. Jesús, Pan de vida, no te rechaza; te recibe, te alimenta y guarda tu vida para siempre. Ven a Él hoy: en su amor hay perdón, descanso y futuro.
